Nuestra región ha sido conocida desde tiempos remotos por las defensas naturales que suponen sus montañas y su complicada orografía, que es muy útil para detener al invasor. Sin embargo, esto no quiere decir que nuestros antepasados no construyeran muchísimos castillos y fortificaciones para defender los sitios más estratégicos. Castillos que son en su mayoría muy humildes, pues a menudo constan sólo de una simple torre cúlica y poco más, aunque también hay ejemplos de castillos muy grandes como el de Argüeso. Vamos a ver algunos de ellos.

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¿Sabes dónde se encuentran dos castillos grandes en Santander?

Antes de seguir con la historia, por si quieres adivinarlo tú mismo/a: ¿sabes dónde se encuentran dos castillos bastante grandes y muy céntricos en Santander?

Tal vez quieras pararte un poco aquí y tratar de adivinarlo. No hay más que echarle una mirada al moderno centro de Santander, sin casco viejo por culpa del incendio que hubo en el siglo pasado.

Los castillos de la Catedral y de San Felipe, hoy Banco de España

Sin salir de Santander ya podemos ver uno de los castillos más grandes de Cantabria, pero si no te lo decimos aquí tal vez no te des cuenta nunca, pues se trata de la catedral. Uno de los pocos ejemplos en el mundo en que una catedral está catalogada como castillo, pero es que así fue construido y utilizado durante siglos. Y junto a él hay otro castillo, en lo que ahora es el Banco de España, en desuso total, pero que fue el Castillo de San Felipe. Dos fortificaciones de distintas épocas que vigilaban el activo puerto de Santander desde la Edad Media, aunque los asentamientos aquí son mucho más antiguos que eso. Con baños romanos que están situados precisamente en los bajos de la catedral.

Una catedral que también es curiosa por estar formada por dos iglesias, situada una encima de la otra, las dos construidas en la misma época del gótico. Y también encontraremos aquí las cabezas cortadas de los mártires San Emeterio y San Celedonio, que fueron dos legionarios romanos a quiénes se ejecutó por ser cristianos y no querer dejar de serlo.

 

Castillos portuarios en Cantabria

Camino hacia Bilbao, por toda la costa, encontraremos otros castillos con la misma función de proteger puertos importantes. En Santoña hay fortificaciones muy interesantes de distintas épocas, con baterías de cañones que podían llevar a cabo un fuego cruzado mortal contra cualquier flota que se aproximar.

No lejos de allí se encuentra una polémica torre defensiva medieval que ha sido restaurada con una cubierta que ha dado lugar a críticas, pero en cualquier caso se ha salvado el edificio. Porque hay que decir que muchísimos palacios y Torres se encuentran en la lista roja del patrimonio nacional o directamente en la lista negra, porque ya son irrecuperables por desplome o cualquier otra situación.

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Las guerras entre Giles y Negretes en Cantabria

Tal es el caso de la torre de Quintana, una torre muy mal conservada en el Valle de Soba, donde podremos ver una sobreabundancia de torres defensivas por las luchas que sostuvieron aquí dos familias de la baja nobleza que se odiaban a muerte. Los Zorrillas y los Rozas. Eran pequeñas guerras civiles que tenían lugar en cada valle, a menudo provocadas intensificadas por luchas de grandes casas de nobles. Por ejemplo, fueron importantes en Cantabria las guerras entre Giles y Negretes, mientras que los caseríos vascos se dividieron entre oñacinos y gamboinos y los navarros, por su parte, entre beamonteses y agramonteses.

Castro Urdiales y su castillo templario

En el confín oriental de la provincia se encuentra Castro Urdiales y su castillo templario, reconvertido ahora en faro y acompañado de las curiosas gárgolas de la iglesia gótica local.

Un entorno muy bonito en el que no puede faltar tampoco nuestra visita al Palacio de Ocharán, curioso capricho de un millonario de hace más o menos un siglo.

En el camino de vuelta podemos ver, en la carretera que conduce desde Pontejos a Somo, otra preciosa torre medieval restaurada en el pueblo de Gajano. Un casoplón fortificado que nos va a recordar un poco a Irlanda o Escocia.

Castillo de San Vicente de la Barquera

En la ruta hacia San Vicente de la Barquera, donde existe un maravilloso a Castillo que era propiedad real, encontraremos también muchísimas fortificaciones. En Santillana del Mar, por ejemplo, hay una gran abundancia de torres fortificadas, algunas de nobles y otra de un funcionario real que se llamaba el Merino. Un oficial que administraba los bienes de la corona y que solía ser preferido, como señor feudal, en comparación con los nobles que a menudo explotaban a sus vasallos. En el caso de San Vicente de la Barquera, el castillo del rey era verdaderamente una ciudadela muy fortificada, va perfectamente y que alberga un museo muy interesante que cuenta con un cañón recuperado de la desembocadura de la ría cercana.

 

Una flota de vascos y cántabros que atemorizaban a todo el Atlántico Norte

Los marinos de San Vicente eran especialmente temidos en todo el Atlántico Norte y actuaban como corsarios, por cuenta propia y del Rey, junto al resto de la flota de montañeses y vascos. Todos ellos unían sus esfuerzos y barcos para pasar a la ofensiva contra ingleses, franceses o los territorios de Al Ándalus, en los cuales realizaron una de sus mayores proezas: la conquista de Sevilla con un valiente y decidido ataque por el río Guadalquivir, donde rompieron unas cadenas que bloqueaban de barcos enemigos. No mucho más tarde, otras generaciones de marinos dieron el salto al Nuevo Mundo y cruzaron el planeta entero, siendo el primer mapa mundi de un santoñés llamado Juan de la Cosa.

La tumba del inquisidor Corro

Es imprescindible visitar la preciosa iglesia gótica de San Vicente de la Barquera, donde existe un ejemplo precioso de tumba renacentista. Es la tumba del inquisidor Corro, una importante personalidad de eclesiástica de la época más gloriosa del imperio español, cuando los eclesiásticos ejercían muchas veces de jueces y fiscales.

El Castillo de Argüeso, cerca de Reinosa

Fuera de los puertos que había que proteger, a toda costa, no es tan fácil encontrar castillos de cierta consideración en Cantabria. Este tipo de fortificaciones grandes las volvemos a encontrar conforme nos acercamos a Palencia o Burgos, pues la riqueza de los cultivos de allí obligaba a ponerse más serios en cuestiones defensivas. También porque ésas son las vías de entrada desde la meseta y han seguido jugando papel importante en la Guerra Civil Española del 36: todas las invasiones que han tenido lugar en Cantabria desde tiempos remotos han venido siempre desde la meseta, aunque los romanos realizaron un desembarco en la costa mientras atacaban por las montañas para dividir a los cántabros. Y hubo también otros ataques por mar de diferentes bandas de piratas de distintas épocas, por lo que las fortificaciones costeras siempre fueron tan importantes como los castillos de interior. Y uno de los castillos más importantes de Cantabria es el de Argüeso, cerca de Reinosa, en un estado de conservación excelente.

Las torres fuertes de Cantabria son comunes en todo el norte

Las torres fuertes de Cantabria son comunes también en otros territorios del país y especialmente en el norte, por la sobreabundancia de linajes nobles que querían vivir seguros en las distintas ciudades y pueblos. Y también veremos muchas iglesias que parecen fortines, porque en un momento dado todo el mundo podía refugiarse allí. En todas partes pasaba que, en general, ante la aparición de un enemigo común todos los fortines posibles eran utilizados por todo el pueblo.

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